LEYENDAS QUITEÑAS
EL CURA SIN CABEZA.
Relato de Mercedes Sola
Recuerdo que mi abuela decía que en el tejar existió el cura sin cabeza. Las personas del barrio veían que siempre por las noches bajaba en un caballo un hombre vestido todo de negro. Con una capa que cubría todo el cuerpo, por eso nadie le veía la cabeza. Pero los muchachos del sector estaban muy intrigados y decidieron ponerle una trampa. Entonces, una noche, cuando el misterioso hombre pasaba con su caballo, le extendieron una soga en el piso y el caballo tropezó e hizo que se caiga el "cura sin cabeza". Dicen que en realidad era un cura que se escapaba a parrandear y que se ponía la capa desde la cabeza para que nadie lo reconozca, pero todo el mundo creía que era el cura sin cabeza.
CANTUÑA
Famosa es la leyenda que cuenta cómo el convento de San Francisco de Quito fue construida por Cantuña mediante pacto con el diablo. Ésta relata cómo Cantuña contratista, atrasado en la entrega de las obras, transó con el maligno para que, a cambio de su alma, le ayudara a trabajar durante la noche. Numerosos diablillos trabajaron mientras duró la oscuridad para terminar la iglesia. Al amanecer los dos firmantes del contrato sellado con sangre: Cantuña por un lado, y el diablo por el otro, se reunieron para hacerlo efectivo.
El indígena, temeroso y resignado, iba a cumplir su
parte cuando se dio cuenta de que en un costado de la iglesia faltaba colocar
una piedra; cuál hábil abogado arguyó, lleno de esperanza, que la obra estaba
incompleta, que ya amanecía y con ello el plazo caducaba, y que, por lo tanto,
el contrato quedaba insubsistente .
Ahora bien, la historia, a pesar de haber
contribuido al mito, es algo diferente. Cantuña era solamente un guagua de
noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la
historia colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña
quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico.
La suerte quiso que, pese a estar horriblemente
quemado y grotescamente deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno
de los conquistadores llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio,
lo cristalizó, y, según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los
años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en la
desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada
vez más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar. Cantuña
se le acercó ofreciéndole solucionar sus problemas, poniendo una sola condición:
que haga ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.
La suerte del hombre cambió de la noche a la
mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto que llegaron a estar más allá que
en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar lo inevitable: con
los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue
declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna. Eran
enormes las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la
construcción de su convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no
comprender el origen de tan grandes y piadosas ofrendas, resolvieron
interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus inoportunas preguntas
que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena confesó
ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste,
a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese.
Algunos religiosos compasivos intentaron el
exorcismo contra el demonio y la persuasión con Cantuña para que devuelva lo
recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas, los extranjeros
empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia. A la muerte de
Cantuña se descubrió en el subsuelo de la casa, bajo un piso falso, una fragua
para fundir oro. A un costado había varios lingotes de oro y una cantidad de
piezas incas listas para ser fundidas.
EL PADRE ALMEIDA

En el convento de San Diego vivía hace
algunos siglos un joven sacerdote, el padre Almeida, cuya particularidad era su
afición al aguardiente y la juerga.
Cada noche, el padre Almeida
sigilosamente iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como ésta
se hallaba muy alta, él subía hasta ella apoyándose en la escultura de un
Cristo yaciente. Se dice que el Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le
preguntaba al juerguista: "hasta cuando padre Almeida"…a lo que él
respondía: "hasta la vuelta, Señor"
Una vez alcanzada la calle, el joven
sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y el aguardiente corría por su
garganta sin control alguno…con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente, los planes del padre
Almeida eran seguir en ese ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó
una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente. Una madrugada, el
sacerdote volvía tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su
morada, cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció
muy extraño este tipo de procesión a esa hora y como era curioso, decidió ver
en el interior del ataúd, y al acercarse observó su cuerpo en el féretro.
El susto le quitó la
borrachera. Corrió como un loco al convento, del que nunca volvió a escaparse
para ir de juerga.
LA BELLA AURORA

Esta
es una de las leyendas más famosas de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la
historia, todo empezó en la Plaza de La Independencia cuando allí aún no
existía ningún monumento.
En este lugar vivía
Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida de
toros.
Según cuentan quienes
asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde salió un toro negro que se acercó
a Bella Aurora de manera muy extraña. La observó fijamente e hizo que la niña
espantada se desmayara del miedo.
Sus padres
desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a su hogar y
pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué Bella Aurora no podía
reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la
niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde vivía
Bella Aurora.
El animal entró en su
casa y lleno de furia tumbó la puerta de su habitación.
La joven, que aún
continuaba en un estado de nervios, solo alcanzó a gritar y él la embistió,
acabando con su vida.
Hasta ahora nadie sabe
de dónde salió ese extraño toro y por qué atacó a la niña. Al parecer ese será
un mito que nunca podremos descubrir.
La capa del estudiante
Todo
comenzó cuando un grupo de estudiantes se preparaban para rendir los últimos
exámenes de su año lectivo. Uno de ellos, Juan, estaba muy preocupado por el
estado calamitoso en el que se hallaban sus botas y el hecho de no tener
suficiente dinero para reemplazarlas.
Para él era imposible
presentarse a sus exámenes en semejantes fachas; sus compañeros le propusieron
vender o empeñar su capa, pero par a él eso era
imposible? Finalmente le ofrecieron algunas monedas para aliviar su situación,
pero la ayuda tenía un precio; sus amigos le dijeron que para ganárselas debía
ir a las doce de la noche al cementerio del El Tejar, llegar hasta la tumba de
una mujer que se quitó la vida, y clavar un clavo, Juan aceptó.
Casualmente aquella tumba era la de una joven con la que Juan tuvo amores en el pasado y que se quitó la vida a causa de su traición. El joven estaba lleno de remordimientos? Pero como necesitaba el dinero, acudió a la cita.
Casualmente aquella tumba era la de una joven con la que Juan tuvo amores en el pasado y que se quitó la vida a causa de su traición. El joven estaba lleno de remordimientos? Pero como necesitaba el dinero, acudió a la cita.
Subió por el muro y
llegó hasta la tumba señalada? Mientras clavaba, interiormente pedía perdón por
el daño ocasionado. Pero cuando quiso retirarse del lugar no pudo moverse de su
sitio porque algo le sujetaba la capa y le impedía la huida? Sus amigos le
esperaban afuera del cementerio, pero Juan nunca salió.
A la mañana siguiente,
preocupados por la tardanza se aventuraron a buscarlo y lo encontraron muerto.
Uno de ellos se percató de que Juan había fijado su capa junto al clavo? No
hubo ni aparecidos ni venganzas del más allá, a Juan lo mató el susto.
El Cristo de los Andes

Los sacerdotes no podían creerlo, Manuel
Chili, el pequeño indígena que se descolgaba de un lado a otro entre andamios y
pasadizos en el interior de la iglesia de La Compañía, de pronto se convirtió
en un gran artista. Los jesuitas,
sorprendidos de la habilidad de este joven, decidieron tomarlo a su cargo,
darle vivienda, comida y un poco de dinero, pues los talladores no tenían el
reconocimiento de verdaderos artistas.
También le ofrecieron una preparación especial en el arte, para que obtuviera un mejor dominio de la escultura y la pintura. Así nació el gran ¡Caspic ara!
También le ofrecieron una preparación especial en el arte, para que obtuviera un mejor dominio de la escultura y la pintura. Así nació el gran ¡Caspic ara!
Manuel trabajaba doce
horas al día sobre andamios y bordes peligrosos. Esto le creó una extraña fobia
a las alturas. Cuentan que por esta fobia permanecía largos ratos en silencio y
con los ojos cerrados. El capellán de la iglesia cuando lo veía se enfurecía:
él imaginaba que Manuel Chili estaba dormido.
Su fama se extendió y
sus obras empezaron a cotizarse en grandes pesos en oro. Las iglesias de
nuestro país, como también las de Colombia, Perú, Venezuela y España,
gozaban con la majestuosidad de sus cristos, marías y niños dioses.
Es tanta la belleza de estas imágenes, que mucha gente les ha dado virtudes milagrosas.
Actualmente sus obras no tienen precio, están valoradas en millones de dólares y son patrimonio cultural del país.
Irónicamente, el maestro Manuel Chili murió en la pobreza mayor, abandonado en un hospicio y despreciado por la gente
Es tanta la belleza de estas imágenes, que mucha gente les ha dado virtudes milagrosas.
Actualmente sus obras no tienen precio, están valoradas en millones de dólares y son patrimonio cultural del país.
Irónicamente, el maestro Manuel Chili murió en la pobreza mayor, abandonado en un hospicio y despreciado por la gente
La olla del Panecillo
Había en Quito una mujer que diariamente
llevaba su vaquita al Panecillo. Allí pasaba siempre porque no tenía un potrero
donde llevarla. Un buen día, mientras recogía un poco de leña, dejó a la
vaquita cerca de la olla. A su regreso ya no la encontró. Llena de susto, se puso
a buscarla por los alrededores.
Pasaron algunas horas y la vaquita no apareció. En su afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la entrada de un inmenso palacio.
Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en un lujoso trono estaba sentada una bella princesa.
Al ver allí a la humilde señora, la princesa sonriendo preguntó:
-¿Cuál es el motivo de tu visita?
- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria - contestó la mujer sollozando -.La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro.
También la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.
La mujer agradeció a la princesa y salió contenta. Cuando llegó a la puerta, ¡tuvo la gran sorpresa!
- ¡Ahí está mi vaca!
La mujer y el animalito regresaron a su casa.
Pasaron algunas horas y la vaquita no apareció. En su afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la entrada de un inmenso palacio.
Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en un lujoso trono estaba sentada una bella princesa.
Al ver allí a la humilde señora, la princesa sonriendo preguntó:
-¿Cuál es el motivo de tu visita?
- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria - contestó la mujer sollozando -.La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro.
También la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.
La mujer agradeció a la princesa y salió contenta. Cuando llegó a la puerta, ¡tuvo la gran sorpresa!
- ¡Ahí está mi vaca!
La mujer y el animalito regresaron a su casa.
El Penacho de Atahualpa
Cuenta la leyenda que muerto el último
shyri, los jefes del Reino de Quito proclamaron como legítima dueña de la
corona a la joven y bella Pacha, hija única del último jefe shyri.
Huayna Cápac, el
conquistador inca, fue donde la reina Pacha a ofrecerle su amistad. La soberana
escuchó con orgullo sus promesas de paz. Sin embargo, la inteligencia y
hermosura de Pacha conquistaron el corazón de Huayna Cápac, que desde aquel día
sólo quiso agradarla. La princesa aceptó ser su esposa.
Pacha y Huayna Cápac
vivieron en un hermoso palacio llamado Incahuasi. Allí nació el futuro
soberano, el príncipe Atahualpa, quien desde muy pequeño aprendió la
importancia de acatar y cumplir las leyes y las decisiones que impartía su
padre.
Un día que practicaba con su lanza, le llamó la atención una linda guacamaya de hermosos colores. Al instante sacó su arco, disparó con certeza y la mató. Con la guacamaya muerta corrió en busca de su madre. Pacha no lo recibió contenta, al contrario, le hizo notar que había incumplido con la ley.
Un día que practicaba con su lanza, le llamó la atención una linda guacamaya de hermosos colores. Al instante sacó su arco, disparó con certeza y la mató. Con la guacamaya muerta corrió en busca de su madre. Pacha no lo recibió contenta, al contrario, le hizo notar que había incumplido con la ley.
Le recordó el mandato
de su tribu: "Se mata al enemigo solamente en la guerra, porque él también
posee armas para defenderse. No así a las aves, que adornan la naturaleza con
sus colores y la llenan de encanto con sus trinos". Pacha arrancó una
pluma de la guacamaya y la puso en el penacho del pequeño, para que no olvidara
nunca la lección aprendida.
El Duende
El duende es uno de por personajes del
que se tiene referencia en todo país, sin embargo lo describ iremos
según la versión de la provincia de Manabí: Este duende es travieso por excelencia,
coqueto, mirón y enamoradizo.
Sea para tratar de
llevarse a muchachas jóvenes de cabellos largos o grandes ojos para
embarazarlas; sea para echar a perder los guisos arrojando sal o ceniza, o sea
para esconder los objetos más queridos de señoras y señoritas, lo cierto es que
este personaje condensa las más profundas inquietudes y temores, deseos y
curiosidades de los hombres con respecto al mundo femenino, que es el universo
favorito del duende para hacer gala de su ingenio ambiguo y peligroso.
Es un personaje
chiquito con los tobillos torcidos atrás, se viste de rojo; otra descripción habla de una especie de animal pequeño y feo. Sea
como fuere su apariencia cuando se enamora 'lo hace de verdad' y empieza a
desplegar estrategias como molestar haciendo travesuras o impidiendo que el
novio se acerque, es muy celoso.
Se dice de un secreto
para protegerse del duende, que consiste en colocar una guitarra desafinada y
un espejo en el cuarto de la mujer. La idea es que se enoje cuando quiera tocar
la guitarra y se refleje en el espejo su rostro horrible, entonces se aleja
avergonzado de su fealdad. Se dice también que existen 'duendas' que persiguen
a los hombres solteros o casados, que son objeto de sus amores.
De su apariencia se
sabe que son gorditas, chiquitas y de pies virados. Un rasgo importante de
estos seres del imaginario popular, es que se no se trataría de duendes
aislados, sino de toda una 'nación' dispersa en cuevas, huecos, barrancos,
quebradas, que son sus sitios preferidos para vivir y recrear sus costumbres y
formas de procreación similares a las delos humanos.
Último Ensueño de Manuelita
Cuenta la Sra. Laura Pérez de Oleas que
Manuelita Sáenz estaba agonizando. Llenos de fiebre,
sus enormes ojos negros vivieron un lucero errante. La enferma imaginó que era
el alma de Bolívar
diciéndole:
- Manuelita, toma esta corona de rosas. Es
la misma que tú me arrojaste desde un b
alcón aquella mañana de mi entrada triunfal a Quito. ¿Recuerdas?
- !Bolívar! ... !Bolívar! _ exclamó la
moribunda, extendiéndole los brazos. ¿Dices que soy hermosa con este
vestido blanco y los colores de la Libertad?
- Sí, Libertadora _respondió el alma de Bolívar.
- Tú fuiste la dueña de mi vida. Tu me salvaste
de la muerte, en la noche septembrina. Dame tus manos y vamos juntos a la
cumbre de la inmortalidad.
Entonces Manuelita quiso levantarse, más
no puedo sino gritar angustiada:
- !Bolívar, no te vayas! !No te separes de mí!
- Amada mía_ contestó el eco lejano de Bolívar.
Cierra bien tus ojos y sígueme: tú
coronada de rosas y espinas: yo, de laureles y cardos.
En vano trató Manuelita de correr hacia
la sombra de su amado, pues hallábase paralítica y agonizante. En medio del
amargo llanto, volvió a escuchar:
- Mi Manuelita ... en vida estuvimos atados por el Amor, en
la Muerte nos unirá la Gloria...
- No te vayas!... !No te vayas, por Dios!...
!Vuelve a mis brazos, amor
mío!, clamaba Manuelita.
Semejante súplica fue oída por la
sirvienta mulata, quien, suponiendo que llamaba, se acercó de inmediato.- No es
a ti, Imaya. Es a Bolívar... ¿No lo viste salir de aquí?, le respondió
Manuelita muy molesta.
No, mi niña. No he visto de la muerte,
la Libertadora del Libertador tuvo junto a sí el espíritu de quién expresó:
He arado en el mar y cosechado en el
viento. También es así como detrás de un hombre ilustre está una gran mujer.
Cuando las campanas de las capilla
vecina daban las seis de la tarde, murió Manuelita en Paita, en 1856.
EL HUACAY - SIQUI
La referencia de este ser zoomorfo proveniente
del norte de la provincia de Pichincha.
Según cuenta la historia, el huacay sinqui es un joven que tenia una madre muy enferma. El la cuidaba todas las noches, sin embargo una de esas noches se retiro de la compañía de su madre para comprar remedios, pero en el camino se topo con una muchacha de quien estaba enamorado, que precisamente lo invito a un baile, él erradamente aceptó olvidando completamente a su moribunda madre, entonces durante la fiesta se le acercaron para avisarle que su madre había fallecido, a lo que él respondió casi sin importancia "ya habrá tiempo de llorar". Así entonces como Tupa, el dios supremo, se enojo tanto con el, luego de ver su poco valor sentimental hacia su madre lo castigo convirtiéndole en una ave que llora durante las noches.
Según cuenta la historia, el huacay sinqui es un joven que tenia una madre muy enferma. El la cuidaba todas las noches, sin embargo una de esas noches se retiro de la compañía de su madre para comprar remedios, pero en el camino se topo con una muchacha de quien estaba enamorado, que precisamente lo invito a un baile, él erradamente aceptó olvidando completamente a su moribunda madre, entonces durante la fiesta se le acercaron para avisarle que su madre había fallecido, a lo que él respondió casi sin importancia "ya habrá tiempo de llorar". Así entonces como Tupa, el dios supremo, se enojo tanto con el, luego de ver su poco valor sentimental hacia su madre lo castigo convirtiéndole en una ave que llora durante las noches.
Los campesinos mestizos e indígenas lo describen como un ave que sale de las quebradas a las seis de la tarde y emite un canto lúgubre parecido al llanto humano. En sus recorridos ataca a las personas ocasionándoles accidentes, y cuando encuentra a su paso prendas y pañales de niños que están secándose fuera de las casas, los mira y los niños se vuelven llorones, según dicen.
Por esta razón se toman precauciones para que estas prendas no queden afuera de las casas des pués de dicha hora. Además se rumorea que el Chiflon es tan pequeñito que especialmente cuando hace frío se vuelve presente, para poseer el cuerpo de aquel hombre o aquella mujer que sienta frío extremo para hacerle una que otra bromita. Por eso en Pichincha, por lo general es muy común escuchar decir a las abuelitas recomendaciones como "abrigate bien hijito, para que no te agarre el Chiflon".
No hay comentarios:
Publicar un comentario